Los impuestos son como una espina ineludible para las empresas de todo el mundo. Cuanto más se gana, más hay que pagar a las autoridades. Ellas se llevan el dinero que tanto cuesta ganar. Recientemente, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), un organismo internacional destinado a facilitar las actividades económicas entre países, ha presentado un plan para que las empresas offshore paguen más impuestos que en la actualidad.
Pero, ¿qué ha propiciado esta medida?
Paraísos fiscales
Muchos países occidentales, como Estados Unidos, tienen impuestos de sociedades más elevados, por una razón justificada (hasta cierto punto). Las grandes empresas obtienen ingresos millonarios e incluso multimillonarios y los beneficios llegan muy lentamente a los empleados.
Por ello, el impuesto de sociedades se aplica para poder recaudar dinero y utilizarlo en programas de bienestar y otros servicios básicos para los ciudadanos. Aunque en teoría esto suena bastante bien, la realidad es muy diferente.
A medida que aumentan los impuestos, a las empresas les resulta difícil ahorrar beneficios. Las empresas y compañías llevan años utilizando un método para reducir sus impuestos y es el de trasladar la empresa a una jurisdicción offshore. Países como Belice, Irlanda y Estonia ofrecen un impuesto de sociedades mucho más bajo y muchas grandes empresas (Google, Facebook, Microsoft, etc.) han trasladado su sede a estos países.
Aunque no hay nada ilegal en ello, Estados Unidos está inmerso en una campaña de intimidación y quiere que estas empresas paguen. ¿Cómo piensa hacerlo? Averigüémoslo.
Impuesto mínimo global
Un impuesto mínimo mundial ha sido objeto de debate durante muchos años y la OCDE ha estado estudiando esta cuestión desde 2019. Recientemente ha habido un avance, ya que la última semana de junio de este año la OCDE se sentó a discutirlo.
El resultado es que los países miembros han acordado crear un régimen fiscal uniforme para que, independientemente del lugar en el que esté registrada y constituida una empresa, ya no pueda evadir impuestos. El modelo, si se aplica, significaría que aunque las empresas estadounidenses fuera del país estén pagando impuestos más bajos al Tío Sam, acabarían pagando un impuesto mayor en la jurisdicción en la que estén registradas.
La propuesta incluye la sugerencia de un impuesto mínimo global del 15%, sin importar dónde. De los 139 países miembros de la OCDE, una abrumadora mayoría de 130 ha acordado formalizarlo.
Pilares globales
El régimen fiscal propuesto consta de dos partes, denominadas pilares. Cada pilar está diseñado con su propio programa y consta de diferentes elementos.
Pilar 1
Se impondrán impuestos a las compañías offshore que tengan más de 20.000 millones de euros de generación de ingresos y que afirmen tener más de un 10% de margen de beneficios. El impuesto se aplicará sobre los beneficios que estas empresas generen en las jurisdicciones en las que tengan ventas. Esto significa que, independientemente de dónde esté registrada la multinacional sobre el papel, tendrá que pagar impuestos si quiere hacer negocios en otro país. La razón se explica como una distribución más justa de los impuestos en aquellos países donde una empresa tenga presencia.
Al mismo tiempo, la propuesta reconoce que algunos sectores industriales estarán indebidamente gravados por la propia naturaleza de sus operaciones y están exentos de este pilar. Sectores como el petróleo, el gas y las operaciones de minería están en la lista de exentos.
Pilar 2
El segundo pilar es donde se encuentra el impuesto mínimo global propuesto del 15%. Este impuesto se divide en tres condiciones o reglas diferentes.
La primera es una regla de inclusión que se aplicará para medir la cantidad de ingresos extranjeros que se incluirán en el segundo pilar (el impuesto del 15%). Si es inferior, se impondrán más impuestos a través del primer pilar para compensar. El impuesto se aplicará sobre los beneficios extranjeros (tras una deducción del 7.5% sobre el activo material y las nóminas, que se reducirá al 5% al cabo de 5 años).
En segundo lugar, se aplicará una ley de pagos no gravados para gravar todos los pagos transfronterizos en los que las empresas trasladen dinero de una jurisdicción a sus sedes centrales con bajos impuestos. Con ello se pretende contrarrestar cualquier plan para reforzar las reservas en los paraísos fiscales.
En tercer lugar, una ley de tributación permitirá a los países llegar a acuerdos e imponer impuestos más altos sobre los pagos que originariamente son bajos en su jurisdicción (el aumento propuesto va del 7.5 al 9%).
¿Qué significa todo esto?
Aunque el repentino anuncio es solo una propuesta por el momento, esto va a tener muchas más repercusiones de las que cabría esperar.
En primer lugar, un régimen fiscal mundial uniforme y sin fisuras significa que los países miembros lo tendrán mucho más fácil para cooperar y empezar a ganar terreno a las empresas que eluden impuestos justificados, registrándose en países y naciones que tienen impuestos más bajos. Esto se dirige especialmente a las grandes corporaciones como Google y Facebook, que básicamente han sido creadas en Estados Unidos, pero que han trasladado sus sedes a jurisdicciones con impuestos más bajos como Irlanda, y acaban pagando mucho menos que sus homólogas que no tienen sedes en paraísos fiscales. La propuesta dificultará a las empresas el poder eludir el pago de los impuestos que les corresponden, ya que cuanto más sirvan a un país, más acabarán pagando, anulando en primer lugar el traslado de sus oficinas.
Por otra parte, contar con este nuevo sistema fiscal tendrá un impacto en las economías mundiales. Los países que tienen poco más que su infraestructura económica, emplean tácticas de paraísos fiscales para impulsar sus economías. Estonia, Belice, etc., no tienen ninguna otra actividad importante que pueda sostener su economía, que ahora se centra en gran medida en su capacidad para ofrecer reducciones de impuestos. Al desaparecer esto, estos países se verán muy afectados.
Aunque se puedan encontrar lagunas legales para liberarse de la presión, lo cierto es que el impuesto mínimo global cambiará significativamente el panorama económico y financiero en los próximos meses y años, tanto para muchos países como para las empresas multinacionales.
AGO
2021
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